Ya te has decidido. Vas a irte de vacaciones en un velero pero nunca has navegado y no sabes qué esperar de estas vacaciones un poco diferentes. Para que te hagas una idea, te voy a contar cómo es un día cualquiera en un barco.
Y si aún no estás decidido tal vez este artículo despierte tu curiosidad 😉
Los madrugadores
Hay tripulantes que se despiertan con el sol. Los cazadores de amaneceres siempre tienen las mejores fotografías del comienzo del nuevo día. Los hay que se levantan muy sigilosos para no despertar al resto de marineros y armados con el primer café salen a cubierta a disfrutar de la calma y el silencio de los primeros minutos del día.
Si practicas meditación es sin duda el mejor momento para dedicarte un momento contigo mismo. La sensación calma y paz es inigualable.

Puede ser que te identifiques más con el tripulante que asoma la cabeza por la escotilla para disfrutar de los primeros rayos de sol y cuando decide que ya ha absorbido suficiente belleza, vuelve a meter la cabeza en el camarote y sigue durmiendo 5 minutos más (o alguna hora incluso).
El resto seguimos durmiendo a pierna suelta 😴
¡Hora de desayunar!
Entre las 8h30 y las 9h30 empieza a despertar la vida en el barco, comienza a oler a café y se escuchan tazas, platos y cubiertos que viajan desde la cocina hasta la bañera en cubierta. Los tripulantes más despejados tal vez estén cortando fruta si se han levantado de especial buen humor.
Los más perezosos van saliendo de los camarotes y algunos se desperezan directamente con el primer chapuzón de la jornada.
Es el momento que personalmente prefiero para compartir con la tripulación los detalles de la ruta del día y planificar las paradas intermedias y el destino final.
Ahora que ya sabemos el plan y tenemos la tripa llena vienen a la perfección unos momentos para los últimos chapuzones, recoger el desayuno y ya estamos listos para zarpar.
Levamos anclas ⚓️
Una vez hemos dejado el barco listo para navegar y un poco dependiendo del día, entre las 10h30 y las 11h30 zarpamos rumbo a la siguiente cala, donde pararemos a comer.
Si tenemos suerte y las condiciones de viento lo permiten podremos llegar hasta allí a vela, únicamente impulsados por el viento.
La tripulación siempre disfruta mucho de participar en las maniobras de navegación. Tanto los más experimentados como los principiantes tienen su momento a los mandos de la nave y en el manejo de las velas.
Si un día no estás en plan corsario y te apetece más tostarte al sol o leer un buen libro mientras el barco se desliza sobre las olas hacia la próxima cala pues eres más que bienvenido, ¡estás en tu casa!
No hay buen plan sin aperitivo 🍻
Claramente no sabemos si es martes o jueves, lo que sí sabemos es que en un día cualquiera en un barco no puede faltar un buen aperitivo.
Llevamos un rato navegando y siempre hay alguien que se desliza a la cocina para sacar algo para picar mientras seguimos navegando. Unas patatuelas y una cerveza o tal vez algo más elaborado… la cuestión es aplacar al gusanillo del estómago que empieza a despertarse.

Un día cualquiera en un barco: La hora de la comida
Nos acercamos a nuestro destino sobre la hora de comer. Elegimos un buen sitio para fondear y echamos el ancla.
Mientras unos preparan la comida, otros inauguran la nueva cala conquistada con un chapuzón ya que sobre esta hora el calor aprieta.
El plan es sencillo:
Comida. Siesta. Baño
Y seguimos rumbo hasta el destino donde pasaremos la noche.
Navegar a vela: Sesión de tarde
Esta es la parte que suele ser más variable dependiendo del destino final y lo lejos que nos encontremos de éste. Puede ser que terminemos el día en puerto o que pasemos la noche en una cala bajo las estrellas, en cualquier caso llegaremos hasta allí navegando como auténticos corsarios 😎
La puesta de sol es un plan en sí mismo
Ya sea en puerto, más cerca de la civilización o en una cala más salvaje, el atardecer nos sorprende con el barco ya preparado para pasar la noche.
Probablemente son las 18h o un poco antes si estamos en una cala o las 19h o un poco después si estamos en puerto.
Algunos tripulantes aprovechan para estirar las piernas, haciendo algo de deporte. Otros prefieren civilizarse un poco y salir a explorar el chiringuito más cercano o la vida del pueblo o ciudad visitada.

Tiempo libre para decidir cómo y desde dónde recrearse viendo el atardecer. Porque sí, todos los atardeceres son dignos de ver en cualquier lugar del Mediterráneo, así que casi siempre suele formar parte del plan. De hecho, yo aún no me he cansado de fotografiar el sol escondiéndose en el horizonte.
Incursión a tierra
Los días que dormimos en un puerto deportivo son una gran oportunidad para buscar un buen restaurante y reunirnos para compartir una cena entre todos y terminamos así nuestro día cualquiera en barco velero… o tal vez no terminará con la cena… 😉💃

Ya ves que hemos tenido tiempo para navegar, bañarnos, tomar el sol, comer, investigar el fondo marino, hacer deporte, relajarnos, leer, salir a cenar y sobretodo divertirnos con la compañía de nuestra nueva familia marinera por esta semana.
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